«Por nosotras pero sin nosotras».

6 de Abril, día internacional del Deporte para el Desarrollo y La Paz.

«El deporte es también un facilitador importante del desarrollo sostenible. Reconocemos la creciente contribución del deporte al desarrollo y a la paz en cuánto a su promoción de la tolerancia y el respeto y los que aporta al empoderamiento de las mujeres y los jóvenes, tanto a nivel individual como comunitario, así como a la salud, la educación y la inclusión social».

La Asamblea General de la ONU declaró el 6 de abril el Día Internacional del Deporte para el Desarrollo y la Paz para concienciar acerca del papel que el deporte puede desempeñar en la promoción de los derechos humanos y el desarrollo económico y social. (ONU).

Existen distintas razones e investigaciones que enmarcan la necesidad de desarrollar una estrategia que fuerce la llegada de la igualdad real en el deporte. Por esta razón, distintas comunidades autónomas hacen caso a las orientaciones internacionales y presentan sus propuestas de mejora en el desarrollo de manera igualitaria del deporte.

Para ello, se presentan distintos estudios cuyos resultados hablan sobre la inexistencia de desigualdades,  basados exclusivamente en la representatividad de personas participantes y, en la mayoría de los casos, basados en la actividad física y no en el deporte federado, que es, precisamente, donde más casos de discriminación se producen por la ausencia de una ley igualitaria que regule la situación de las mujeres deportistas “profesionales”.

Las formas de discriminación no siempre son evidentes, ni siquiera muchas mujeres son conscientes de padecerlas. En este sentido, cabe señalar que, el deporte, como herramienta de construcción social se hace eco de la actividad física de las mujeres en distintos niveles, desde el más básico que trata sobre la práctica de la actividad física como forma de vida, salud, empoderamiento social, hasta el nivel más alto del alto rendimiento. Por lo que se presume necesario estudiar todos los niveles.

Tenemos múltiples documentos que nos indican que el deporte desde sus inicios más remotos ha establecido parámetros de exclusión a las mujeres y su desarrollo, especialmente, en el deporte de carácter competitivo. Aún, siglos después, el deporte practicado por mujeres se encuentra en una situación de desigualdad con respecto a factores como: aceptación social, nivel mediático, salarios, normativa, estereotipos asociados al género, lenguaje sexista y, algunos más.

Por tanto, es necesario desarrollar estrategias reales amparadas no sólo en la actividad física sino que, también, en el alto rendimiento que es, precisamente, donde se crean modelos o referentes para las niñas, donde la cobertura mediática lleva aparejado mayor alcance social y permite construir modelos sociales basados en la inclusión e igualdad que  permitirán la normalización de una circunstancia negada por la historia a las mujeres.

Ello requiere medidas “radicales” puesto que la negociación y la estrategia lleva años fracasando. Modificando normativas con terminología tipo: “velar”, “vigilar”, “recomendar”, por: “sancionar”, “incluir”, “modificar”.  Es turno de pasar a la acción para conseguir eliminar las citadas barreras. Entrar en las federaciones, ámbito que “se mira pero no se toca” para muchas instituciones que se amparan en la actividad física para no entrar en el deporte federado. “Con la Iglesia hemos topado”.

La igualdad real requiere medidas reales. Esfuerzo de todos los agentes implicados de manera colectiva, sin excluir a ningún colectivo o profesional experto en género y deportes en los procesos de creación, reflexión o debate. El individualismo es política, y la igualdad requiere acciones colectivas para atacar de manera transversal un problema de la sociedad y no un asunto que se suele tachar de “exclusivamente para mujeres”.

El deporte es necesario, para el desarrollo y la paz en cualquier comunidad, para el impacto positivo que supone a la salud pública y, sobre todo, para la permanente reconstrucción del tejido social. Trabajemos juntos por un deporte inclusivo e igualitario.

Laura Castro

Presidenta APDF

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